Miguel Julián
por Miguel Julián
2 minuto(s) de lectura

Comentar que la tecnología crece a un ritmo imparable debería parecer una obviedad. Y así es, nuestros ordenadores cada día son más y más rápidos. Se consigue reducir el tamaño de los microprocesadores de forma que, por ejemplo, un teléfono iPhone tiene un cerebro (procesador) más potente que un ordenador (entero y verdadero) de principios de siglo… (XXI).

Pero la realidad demuestra que, lo que en un principio era una obviedad, se transforma en pesadilla. La escala de integración es un indicador del nivel de tecnología en cada momento. Cuantos más transistores se pueden meter por unidad de superficie, mayor es la escala de integración, y procesadores más pequeños y potentes nacen (un transistor actualmente ocuparía algunas decenas de nanómetros. Un metro son 1.000.000.000 nanómetros).

Aquí viene el problema, poco a poco los componentes tienen que ser más y más finos. Y resulta que los electrones que circulan por esos pequeños cables, llega un momento en el que son capaces de escaparse (este efecto se denomina Efecto Túnel), con lo que se perdería información…y nuestro avance tecnológico se frenaría. ¿No nos hemos preguntado por qué un electrón es capaz de escaparse de un cable? Eso debería explicarse aparte, pero la materia, desde que un tal Albert pusiera luz sobre el asunto, y otro tal de Broglie recibiera el Nóbel de Física por sus experimentos, se comporta a la vez como una pelota de tenis y como la onda de un lago cuando tiramos una piedra. De hecho, cuanto más nos adentramos en escalas pequeñas, tenemos más ondas y menos…pelotas. Así que esos electrones traviesos parece que van a acabar frenando el avance tecnológico de la sociedad más mutante de la historia de la humanidad.

Después de sembrar la alarma me veo en la obligación de suspirar y comentar que la computación cuántica parece la solución a dichos problemas. Explicarlo se va, todavía más, de mi alcance y de la extensión de este artículo. Una computación que ya no tendrá bits (ceros y unos) sino que tendrá diferentes estados en un mismo momento (qubits), una computación que resolvería retos hasta ahora impensables, una computación que…es probable que usen nuestros alumnos.

Y nuestros alumnos no van a tener electrones que frenen su desarrollo. Eso es imparable. No se verán aquejados por el Efecto Túnel. Y lo mejor de todo es que lo hacen sin darse cuenta. Evolucionan, y lo hacen sin parar, y todavía nos resulta extraño que no conciban la vida sin conexión a internet o sin teléfono móvil.

Una sociedad que se ha quedado enganchada tecnológicamente en un limbo entre programar el vídeo para ponerlo a grabar, abrir el correo electrónico, y programar la lavadora tiene que acoger a pequeñas personitas que lloran cuando ven anuncios en la tele porque están acostumbradas a ver sus películas sin cortes. ¡Mójate! ¿Qué opinas? ¿Hasta dónde llegas?

  • ¿Es legal descargar películas de internet? ¿Y música?
  • ¿Qué pasaría si se estropea el ordenador donde tienes las fotos de tus cámaras digitales?
  • ¿A partir de qué edad pueden registrarse tu hij@ en Tuenti?
  • ¿Qué se puede hacer con el móvil de tu hij@?
  • ¿Le sabrías enseñar a realizar pagos por internet de forma segura? ¿Acaso no los va a tener que hacer?
  • Al igual que nuestros alumnos tendrán que ser capaces de comprender medianamente las diferencias entre un ordenador tradicional y otro cuántico; es nuestra responsabilidad prepararlos para el mundo en el que se están adentrando. ¿Quién lo va a hacer si no? Como se decía en una serie, La realidad está ahí fuera, no le des la espalda, porque seguirá ahí.