Estoy de vacaciones, ¿no? Pues eso, que me he levantado a las 10 de la mañana y he estado remoloneando hasta las 11 tirado por aquí. Luego todo ha ido poco a poco animándose. Ducha rápida, pedir la llave, reconocimiento de los alrededores del hostal (precioso, ya os subiré fotos, que hoy no he hecho), compra de comida/agua/refrescos y adelante.
No tengo muy claro el porqué, pero creo que desde Tokyo me gusta (o me gustaría) bajarme en la parada de metro anterior a donde quieres ir. Creo que cuando haces turismo-turismo una de las mejores cosas es “ver aparecer” ese gran monumento que tanto esperas. El Coliseo es un gran ejemplo. Salir en la parada de metro no tiene nada que ver con verlo aparecer cuando caminas por la “avenida que baja”. Genial, impresionante. Así que hoy he ido hacia la Ópera aunque en el fondo quería ir al Louvre (es gratis el primer domingo de cada mes, así que había que aprovechar).
Las cosas han ido apareciendo, primero la Ópera, con la avenida esa sin árboles para que se vea todo muy bonito (quitando las paradas de bus, las farolas, las papeleras, las….), la grabación de una peli, la Plaza de la Concordia, por el fondo aparecía la Torre Eiffel, una noria por allá, y un parque donde me he sentado a comer-almorzar (por lo visto eran las Tuileries) y ahí, como si nada aparece impresionante la mole del Louvre. Una cola de unos 15-20 minutos (aunque ponía que había que esperar una hora) y a dentro. 4 horas después salía con un exceso de información en la cabeza. Y eso que la segunda planta casi la he pasado por encima (los hits y ya está), la verdad es que no me gusta (y sé que es un todavía) la pintura de los Países Bajos…
Así que vas viendo un montón de espectáculos con gente por todas partes. Gente por todas partes que se resume en gente andando, gente sentada y gente viendo “tres cosas”. Esas cuatro cosas son (y espero escribirlas bien) la Victoria de Samotracia, Afrodita (la Venus del ¿Milo?), y la Gioconda. Para esas tres maravillas había muchísima gente, sobre todo para la última. Media sala llena de personas apelotonadas para verla. Sí, es cierto que que tiene algo especial, pero… Creo que no me gusta la gente que va a un museo “de turismo”. De hecho he visto a un chico que un cuadro no lo ha visto con sus ojos, simplemente ha llegado, ha hecho una foto y ha mirado el resultado. También grave es lo mío de no recordar con qué cuadro ha sido.
Incultura la mía. Obviamente tienes que dejar de lado muchos cuadros, no puedes pararte a mirar todos ellos. Normalmente simplemente viendo las características vas reconociendo “cual sí, y cual no”. Y yo andaba mosca. Llevo tres cuadros de un tal Titien que son la leche… qué raro que no hubiera oído hablar de ese tío. Incluso uno me sonaba de haberlo visto en un cuadro… no puede ser, si es que son muy buenos… Total que en uno de ellos (en la misma sala de la Gioconda, pasando totalmente inadvertido) me leo entero el cartel y veo que Titien (en negrita) era el sobrenombre… por lo visto su nombre era Tiziano… aaaaaaacabaramos. Pues un descubrimiento, al igual que Tintoreto. Una decepción La Virgen de las Rocas, ¡qué oscura! No sé si es un problema de conservación (espero), pero con más luz ese cuadro sería la bom-ba.
Pero sobre todo me quedo con la Victoria de Samotracia. Hace ya muchos años, una amiga muy especial me dijo que su obra favorita era esa. Miré fotos por internet… y no sé si era para tanto. Hoy he cambiado totalmente mi opinión. Es impresionante, qué fuerza. También he vuelto a disfrutar con el par de destellos que tienen de El Greco, me encanta, no sé muy bien porqué (bueno, un poco sí), pero sus obrar brillan con luz propia. Si la sala del Prado me dejó boquiabierto, hoy destacaba sobre el resto. Me ha encantado ver un par de obras de Murillo que no había visto y como siempre descubrir desde la distancia el estilo de Goya. Todo el mundo apelotonado en la Gioconda y la sala “española” muy tranquila. Pues oye, ellos se lo pierden. Me ha gustado también mucho la Balsa de la Medusa y los esclavos de Miguel Ángel. La verdad es que si empiezo, no acabo. Qué maravilla.
Después de semejante pateada física y mental he salido y me he sentado un poquito apartado para decidir hacia dónde iba a ir. He decido ir hacia Notre Damme y desde allí, pasando por Montparnasse, llegar a la Torre Eiffel (todo eso de noche). Menuda pateada. Pero si la Torre parecía que estaba cerca… madre mía. La catedral impresionante (por dentro muchísimo espacio, muy luminosa, pese a ser casi de noche, por fuera… nunca me ha gustado que no acabara en punta). Foto con Carlomagno, paseo por la isla, cena en un típico restaurante francés (griego…) y a patearme París de noche. Maravilloso. Esa mezcla de oscuridad y edificios iluminados me ha encantado. Algún desvío para ver alguna iglesia como la del Santo Sepulcro, pasada por la de los Inválidos (o como se traduzca….) con el Napoleón enterrado ahí dentro. Y mientras tanto la Dama de Hierro asomando plagada de luces y destellos. Hasta que cuando ya casi no podía más, me he desviado a la izquierda y he llegado a una caca de parque (en invierno están deslucidos, supongo) y ahí estaba. Risas con unos japo-tímidos y el vendedor de turno. Y fotos, muchas fotos. He pasado por debajo y he visto enfrente una mole rara. He pensado que desde allí se harían unas fotos tremendas. Pues bien, estaba llenito de gente y por lo visto tiene nombre (y hasta parada de metro): Trocadero.
Hoy ha sido un buen día. Muy nublado, pero no demasiado frío. He visto un montón de cosas y tengo la sensación de haber disfrutado un montón. Mañana… seguramente me vaya hacia el Sacre Coeur - Montmartre (¿andando desde el hostal?) y seguramente baje hasta los Campos Elíseos y después… ya improvisaré. No me importaría visitar algunos sitios que tengo apuntados… pero está claro que no voy a tener tiempo. El Museo de Orsay tendrá que verse (obligado), y espero visita el 9… así que tal vez ir a Chartres se tenga que aplazar. Si el martes sale raro… o si me falla la visita del miércoles… ahí estará como plan alternativo. Me apetece ver algo más que París, que seguramente volveré a ver.