El concepto no es nada nuevo. De hecho los usuarios de sistemas operativos Linux hace ya mucho tiempo que han usado los repositorios, que no eran otra cosa que mercados de aplicaciones. Un lugar centralizado desde donde descargas software de confianza que se actualiza automáticamente (más o menos, dependiendo de la edad del usuario que lea esto).
Y es que nos tenemos que rendir a la evidencia de que** el futuro pasa por esos mercados de aplicaciones**, disponibles hoy en día en casi todos los sistemas operativos (de hecho en Windows 8 ya está confirmado). Pero no todo es color de rosa, parece un cambio natural, pero como cualquier cambio tiene sus pros y sus contras.
El punto de vista más importante: los usuarios
Desde nuestro punto de vista un mercado de aplicaciones sólo debería tener ventajas. No sería la primera vez que veo cómo se descargan un instalador falso del (por poner un ejemplo verídico) Messenger. La realidad es que los usuarios son el eslabón más débil de la cadena de la informática.
Así, un mercado de aplicaciones donde todo es homogéneo, donde las aplicaciones se suponen que pueden pasar un filtro, aunque sea de popularidad, agregan un nivel de seguridad y confianza al usuario. Está claro, si buscas un programa encontrarás el oficial, aunque siempre habrá fakes pero son más fáciles de encontrar y analizar. Además, cuando la popularidad es un filtro, siempre acaban ganando los buenos.
Y es que el eslabón más débil de la cadena muchas veces no tiene muy clara la instalación de un programa. He visto cómo abrían un programa todos los días desde la imagen por no arrastrarlo a Aplicaciones en OS X, instalaciones infernales en Ubuntu y en Windows la cosa ya es mucho más variada pero igualmente desastrosa. Ahora el proceso es más sencillo: buscar, comprar y ejecutar. ¿Quién da más?
Si estamos ante dos aplicaciones que hacen lo mismo entran en competencia directa entre ellas al instante. Si una es gratis y la otra no seguramente la primera acabará ganando la guerra; excepto si la segunda destaca su producto y se diferencia o busca una descremación del mercado, lo cual siempre debería traer ventajas al usuario.
¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por una aplicación? Está claro que pagar precios altos por un software empieza a ser parte del pasado. Tu programa lo van a usar millones de personas, ¿prefieres que unos pocos te paguen mucho y otros lo pirateen? o tal vez te decantas por bajar el precio y recibir menos dinero pero de millones de personas. Cuando una aplicación cuesta un euro, si te has permitido un ordenador/móvil/tablet/… creo que al final uno acaba comprendiendo que merece la pena.
Mirando desde el otro lado
Leída la primera parte del artículo todo lo que envuelve las tiendas de aplicaciones parece tintado con un cierto tono rosáceo; nada más lejos de la realidad. Y es que hay unos cuantos aspectos que, incluso sin ser desarrollador, aparecen con letras mayúsculas en la pantalla del ordenador, porque al final todo acaba en una pregunta: ¿quién controla esa tienda de aplicaciones?
Una de las balanzas que existen en este tema es la que sostiene a ambos lados la** protección** (y también comodidad) de los usuarios y la libertad para que los usuarios tengan acceso a cualquier tipo de aplicaciones. El equilibrio es complicado y los puntos de vista siempre acaban añadiendo un poco de peso a un lado en concreto de la balanza.
Como seguramente conoceréis en la App Store de Apple no se pueden publicar aplicaciones para mayores de 18 años. ¿Por qué? Por una parte es una tranquilidad para muchos padres que pueden comprar un iPod Touch a sus hijos y estar más o menos tranquilos (dudo que la mayoría lo sepan), pero ¿qué pasa con el resto de usuarios? Este es un ejemplo, ¿quién decide qué es válido y qué no lo es?
Al final es un problema de libertades, ya que tener un sistema operativo u otro, aunque no viene en ninguna publicidad, va a condicionar los programas y los contenidos que vas a poder utilizar. Y lo peor de todo es que no puedes hacer nada para evitarlo, no está a tu alcance. Siguiendo con el ejemplo no puedes llamar a Cupertino y decir: “Oiga, que soy mayor de edad, mire que barba de dos días traigo. Por favor, desbloquee mi teléfono que me apetece tener un juego con extra de sangre”. De hecho parece que para publicar un aplicación en la tienda de Microsoft que aparecerá con Windows 8 también tendrás que pasar un filtro. Está claro que es necesario, pero ¿habrá igualdad de oportunidades para todos los desarrolladores?
La libertad parece que pasa por la existencia de repositorios o tiendas de aplicaciones no tan oficiales donde tengan cabida cualquier tipo de software, pero eso añade complejidad al proceso de búsqueda de aplicaciones que no debería existir. De hecho es uno de los grandes problemas de los sistemas operativos Android e incluso también de Ubuntu. Si eres desarrollador ¿no preferirías que cualquier persona pudiera encontrar tu aplicación junto a todas las demás?
Hablando de desarrolladores hay ejemplos curiosos de aplicaciones que en un principio siempre las has podido descargar de forma gratuita y cuando irrumpen en una tienda de aplicaciones (como pasó con Growl en la Mac App Store) se vuelven de pago. ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar por una aplicación?
De hecho en muchas ocasiones la pregunta es ¿cuánto estarías dispuesto a pagar por comprar una aplicación casi a ciegas?. Desde el punto de vista de un usuario las versiones lite o demos de aplicaciones de pago deberían ser obligatorias… pero parece que los de arriba piensan en los usuarios, pero sólo para acabar generando más nececesidades y ganar más dinero.
Parece claro que las tiendas de aplicaciones son un claro avance de cara al usuario medio. Parece que muchos desarrolladores están encontrando su nicho ofreciendo aplicaciones a bajos precios. Incluso parece que es la dirección correcta, pero ¿cómo atendemos la pluralidad de desarrolladores y usuarios? Desde luego la balanza entre libertades y seguridad va a ser constante durante los siguientes años.
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Artículo extraído de Genbeta.