El pasado Sábado 28 de octubre algunos de los metaleros zaragozanos tuvimos la oportunidad de echar un ojo al panorama novelle de nuestra ciudad. Como preámbulo al festival Senderos del Rock, las autoridades pertinentes organizaron una noche en la disco Reset, poniendo como protagonistas a dos de nuestros grupos más jóvenes: Atland y Gates Of Valhalla.
El primer paso lo dio ATLAND. Unos veinte minutos después de la apertura de puertas pudimos contemplar la enérgica entrada de estos chicos, que dejaron bastante claro que se toman esto bastante en serio. El batería nos recibió de pie, dando pisotones al bombo y con el brazo en alto cuando podía disponer de él más de un segundo. Una introducción lenta para un tema bastante original, que poco a poco iba metiéndonos en su dinámica. Unas guitarras sencillas que poco a poco van metiendo caña y base para un teclado muy original y atrevido. Las melodías se van complicando por compases hasta el siguiente cambio, donde comienzan otra vez o dan paso a la voz del cantante, muy muy personal. Esta es, más o menos, la dinámica de ATLAND. Un heavy bastante fresco, un poco a la usanza del mítico Helloween pero sin demasiadas referencias a los grupos de siempre, impulsado por una base rítmica muy bien marcada pero que desgraciadamente no mantiene atados al resto de componentes de la banda. Y fue quizá este el problema del grupo en el escenario, la falta de uniformidad que presentaron. Ni en la ejecución de los temas, donde muchas veces perdían la estructura nadie sabe muy bien por qué, ni en las interacciones entre los miembros de la banda. Tampoco en el setlist dejaron una sensación de coherencia en la planificación.
Las versiones: canciones que a todos nos gustan interpretadas correctamente por todos los integrantes pero cantadas con la voz tan personal que ya he comentado, y que ni termina de cuajar, ni acerca las canciones al estilo del repertorio propio de la banda. “Here I Go Again” de Whitesnake y “Cherokee” de Europe son dos ejemplos del Hard Rock que no tiene mucho que ver con el verdadero espítitu de la banda. ¿Aunque quien soy yo para decir qué es lo que quiere el grupo? Sólo recomendaría un poco más de coherencia. La última versión y tema de despedida fue, sin embargo, todo un puntazo. Tras la fugaz fuga del cantante y un sólo de batería bien llevado, el frontman reapareció transformado en el mismísimo Freddie Mercury, chandal, semidesnudo… con bigote y todo. Nada más y nada menos que “The Show Must Go On”. Mucho sentido del humor sí que demostraron.
Y el cierre correspondió a GATES OF VALHALLA, a quienes tampoco había tenido la oportunidad de ver, pero de quienes conocía el origen. Hace unos años la parte menos heavy del grupo se separó para formar, nada más y nada menos que… KARHE, banda bastante sonada en Aragón. Y por eso no me sorprendió (tanto) el buen concierto que hicieron. Si bien les costó un poco arrancar, el repertorio propio enganchó en seguida al público. Temas bien estructurados, un tanto complicados de seguir por la gran cantidad de cambios de ritmo y de base melódica. Aunque se perciben claras influencias de Iron Maiden y los grupos más veteranos del power metal, el estilo es muy personal y dificil de catalogar. En definitiva temas con bastantes coros y variaciones, saltos melódicos en una voz clara y cambiante y guitarras poderosas muy muy bien ejecutadas. Todo sobre una base rítmica estupenda, tanto por parte del bajista como en la batería. Todos a una tanto en la música como en la puesta en escena, demostrando ser músicos de calidad con un gran registro interpretativo. Un teclado que quizá permaneció ocioso casi todo el tiempo por lo que no terminaba de empastar con el resto del grupo, a pesar de no tener demasiados fallos claros.
Una grata sorpresa en las versiones, que daban un respiro a los asistentes, un tanto abrumados quizá por canciones complejas que no conocían de antemano. “The Trooper” de los Maiden y “Carry On” de Manowar ayudaron a calentar al público y a ponerlo más receptivo, que coreaba sin miedo los estribillos y alucinaba con el solo de “The Trooper”. Quizá patinó un poco más “Land of the Free”, que daba la impresión de llevar un tiempo más pesado de lo apropiado. Pero para un servidor lo mejor llegó con la archiconocidísima “Hallowed be thy Name”. Simplementeme me pareció perfecta, quizá emocionado como estaba ante la espectativa de los próximos conciertos de la banda en españa. Idicativo que los más veteranos de la sala asentían con aprobación.
En definitiva, una noche bastante llevable. La presentación de los grupos muy buena, con telones preyectados y en color, bien iluminados y entusiasmados con el público. El sonido muy bien llevado y el público entregadísimo (especialmente los que debían ser asiduos de cada banda, que ayudaron al resto a implicarse con ellos). Y un dato importante es que la sala estuviera casi hasta arriba… a ver si se van enterando de que el jebi también mueve peña, y empiezan a mover más grupos por ahí.