Aunque en nuestra cabeza ya no había nada por ver en La Gomera, el ferry qe teníamos reservado salía a las 14. Así que un pequeño paseo matutino para descubrir una perla, la playa de la cueva. Escondida detrás del puerto de los ferries. Coche, pijama y a disfrutar del mejor día de playa. Sí, en pleno noviembre. Genial. Alguna piedra, pero no tantas como habíamos tenido en Playa Santiago. Poca gente, todo casi para nosotros, y un día radiante que además tenía de fondo la isla de Tenerife con el Teide presidiendo la escena. Así sí.
La idea era dejar el ferry y recorrer los e la gente llama la zona norte (a mí me gusta más llamarlo oeste…). Pero cuando nos quisimos dar cuenta ya quedaban pocas horas de luz… Así que cambio de planes, y a Icod de los Vinos a ver el Drago Milenario. Impresionante… Sobre todo la de gente por allí. Pero lo mejor fue el desvío de la amiga Mariela. Una carretera de esas de “habéis vuelto a picar, boludos”… Un poco de olor a freno quemado, pero todo genial. El “jardín botánico” que han montado alrededor del drago no está mal… Así que se deja ver y pagar.
Carretera y manta hasta la pensión donde nos alojamos hasta el final. Nuestra “casa”. Cena con sabor típico en San Francisco, y barata.
A dormir y a dirigir nuestros pasos hacia Masca y Garachico a la mañana siguiente. Todo el mundo nos decía que era lo mejor de la isla… Pues bien, mejor hacerlo antes de ver La Gomera. Bueno, está bien, el barranco de Masca es muy chulo, espectacular. Y Garachico es también diferente, con las piscinas naturales… Incluso los acantilados de los Gigantes. Pero cosa de las no tan Low Expectations… Ni foo, ni bar.
Todo lleno de gente, todo muy alemán, ruso y Francés. Todo como muy explotado. Pero siempre hay una sorpresa. Seguir una de estas carreteras hasta “que se acabe”. Verla cortada por riesgo de desprendimiento, hablar con los que controlan que nadie pase, que te recomienden un rincón de playa… Y disfrutar de una comida genial en unas mini piscinas también naturales. Una playa de rocas muy chula, de hecho una pareja de novios llegaron al final para hacerse el book. Espero que los peces a los que habíamos alimentado no se los comieran.
Eso si, nada como un buen heladito antes de reemprender la marcha a casa. Casa, siesta (yo), y después tocaba una mini sorpresa que nos ha separado el viaje. Una presentación de una “murga”. Para mí parecido a las chirigotas que salen en la tele. Muy divertido, con mucho ritmo, con mucho buen rollo entre las murgas (pese a que acabarán compitiendo entre ellas en carnavales). El disfraz que presentaban curradísimo… Y cuando te cuentan todo el tiempo que necesitan para preparar una canción/murga… Te das cuenta de lo elaboradas que son. ¡Genial!