Islas Canarias - Días 3 y 4
Miguel Julián
por Miguel Julián
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La Gomera

La Gomera es una isla pequeña. De hecho creo que hay empresas que pillan a los guiris a las 9, los meten en el ferry, les dan una vuelta en autobús y los meten de vuelta en el ferry de las 17. Incluso eso es recomendable. Es una isla muy abrupta. En el medio tiene la cima del Garajonay, y de ahí, siempre como si fueran barrancos, en todas las direcciones, la tierra acaba en el mar. Después de 10 minutos de coche el paisaje que ves es completamente diferente. El “valle” es el siguiente. De repente hay vegetación, o acaba en el mar, o hay un roque, o un pueblo de colores, o el monte está aterrazado. Realmente impresionante.

Empezamos con un desvío imprevisto que acabó en un acceso a una ermita al que recomendaban no pasar por desprendimientos. Después de pasar una garganta cerca de la capital (San Sebastián) que es toda una oda a la especulación inmobiliaria (con grandes edificios que sólo tienen el esqueleto de hormigón), después de preguntar a unos guardias si había una ermita y que no lo supieran, después de cruzar con unos militares en una carretera enana. Todo muy raro, todo con mucho encanto para llegar al final de la carretera. Es gracioso, en estas islas, empiezas una carretera y en un rato llegas al final. ¡Se acaban!

La idea del primer día era recorrer el norte y bajar a dormir a Valle Gran Rey. Dicho y hecho. Primero subir a la zona de Hermigua y llegar hasta el pueblo de Lepe (por las risas, claro, menuda subida… Menuda carretera/camino/infierno). Vallehermoso, después, y luego una gran bajada al sur para el Valle Gran Rey. En esta bajada había un par de miradores impresionantes. Y para culminar el día, nada como ver atardecer con música de dyembés y espectáculo de malabares de fuego. Genial.

A dormir y al despertar darte cuenta de que lo que anoche red vacío hoy era mar (en el fondo océano). El segundo día terminaba en la capital para pillar el ferry de vuelta. Tocaba subir a la cima del Garajonay y ver el parque natural. La excursión es cortita (esa, porque hay infinitas y parece que merecen la pena todas), pero cuando llegas arriba puedes ver la desolación del incendio que hubo hace dos veranos y también unas vistas geniales.

Bajar del monte más alto, y en una hora, parando en los Roques a echar unas fotos, estar en Playa Santiago. Viendo parte del set del rodaje de Moby Dick  y todo esto, claro está, en bañador y disfrutando del mar. Genial.

La noche en San Sevastian de La Gomera resultó ser muy tranquila. Parecía una ciudad que dormía a la espera de los ferries del día siguiente. Restaurantes vacíos, poca gente en las calles, un pueblecito cualquiera… Pero oye, en el fondo está bien, todo tiene su punto.