En el fondo esto podía verse traducido como “un sueño hecho realidad”. No es que ir al Hellfest fuera la gran ilusión de mi vida, pero desde luego ir a uno de estos festivales enormes llenos de heavys cerveceros estaba en mi lista. Wacken, Grassop, Hellfest… casi me daba igual. Así que ante la primera gran oportunidad (el Viña me hace menos ilusión, pero le tengo ganas, sólo por las risas, you know).
La idea de este viaje era salir un jueves a las cinco de la mañana. Un autobús con dirección a Clisson (un pueblecito cerca de Nantes -gabacholandia-), con un compañero de trabajo y 13 horas por delante de baches, conversaciones, risas y buena música (al menos en los auriculares). Jueves de viaje, ver un poquito la ciudad y salir un poquito por la noche (o un muchito). Viernes, sábado y domingo de festival. Y sin ducharse ni nada, a lo loco (con cambio de ropa en el autobús, ancha es Castilla) otras 13 horas de vuelta a mañolandia.
Menudo plan. Pues perfecto.
Como en tantas otras cosas, lo de menos acaba siendo la parte central del programa. Acabas disfrutando más de las risas, de la gente que conoces, de los disfraces, de las conversaciones y de las millones de anécdotas que se suceden en esos sitios. Y eso que viajamos a lo adinerados. Con nuestra reserva de hotel en el bolsillo. El siguiente, ¡a camping!
Aunque lo de menos fueran los conciertos, era el hilo conductor de todo. Muchos clasicones mezclados con grupos “míos”. El resumen es fácil, empezamos con Trivium el viernes y acabamos el domingo pasando de Opeth para comernos esa “última hamburgesa” (Le BigMac). Entre medio Turisas, Iron Maiden, Sabaton, Powerwolf, Angra, Sound Garden, Status Quo, Deep Purple, Angra, Rob Zombie, Misfits, Soilwork, Avenged Sevenfold, Black Sabbath, Slayer, Aerosmith y otros muchos. Claro, el cartel es lo de menos.
Ahora queda esperar y buscar la siguiente oportunidad para lanzarse a una de estas aventuras. Esta ha sido la primera vez, y he aprendido bastantes cosas para las siguientes. Cuando volvía en el autobús iba pensando en la cantidad de veces que se dice en la vida eso de “esta ha sido la primera vez, me he equivocado, pero aprenderé para la siguiente”. ¿Cuántas de esas veces habrá segunda oportunidad? ¿Cuántas de esas veces la cagada habrá sido tan gorda como para que haya importado realmente? Pero, sin duda, aquí no hay problema. Next time, a disfrutar… incluso más.
Alemania… allá vamos.