La verdad es que en ningún momento me obligo a escribir a diario, pero la verdad es que me gusta. Y por lo tanto, siempre ando con ganas de escribir esto (en unos debería venir el bajón del blogger). Hoy es un día especial porque ahora mismo ando metido en un tren hacia Newcastle, dirigiendo mis pasos hacia el norte. Según se empeora el tiempo yo voy subiendo hacia arriba.
Pero ir en este tren significa dejar atrás las charlas con el Sr. A y las comodidades y facilidades del campamento base de Manchester. La verdad es que mientras estaba ahí tenia un sentimiento dividido, era raro levantarse por las mañanas y ver la mochila (ese tótem) mientras me despertaba en una habitación para mí solito, o un baño limpio y amplio. Esa sensación de “me tengo que ir de aquí / me quedaría los 31 días que quedan aquí”. Supongo que va todo un poco enlazado. Hablar español (aunque hubo momentos bilingües, claro), estar “acogido en casa ajena”, … Pero ha sido tan grande que no puedo sino agradecerlo con todas mis fuerzas y esperar que llegue el ansiado 10 de agosto.
Los planes para estos días son más vagos (si cabe) que los que venía teniendo. Gran parte de la gracia de este viaje está ahí (al menos para mí). Voy a Newcastle, tengo reservadas unas cuantas noches porque si algo tengo claro es que el 2 de agosto aterrizaré en Edimburgo. Hasta el jueves tengo que ver muchas cosas, pero me gustaría quedarme en el mismo hostal durante todas las noches, intentando cambiar ese caos de los primeros días. Newcastle será el campamento base desde el que planeo ir ver Durham y andar dos tramos del Muro de Adriano (a ver si acompaña el tiempo, que me preocupa bastante).
De todas formas, si bien esos planes intentaré que salgan adelante, el día a día será el que decida lo que se haga cada uno de los días. No obstante hoy ya pensaba estar ahí, y en cambio he podido descansar, lavar la ropa y tomar un English breakfast.
¿Hoy he aprendido 3 cosas? Pues sí. Pero hoy no me apetece contarlas :-)
