Hace muchos años me conocía mucho mejor Barcelona, de hecho no había estado en Madrid. Poco a poco esto fue cambiando. Los primeros viajes de hotel en la Gran Vía o en otros sitios… ¡por probar! Después de unos cuantos años, en mi época “adulta” he ido muchas más veces a vivir Madrid que a vivir Barcelona. Así que después de todo me la empiezo a conocer bastante bien.
Pero no lo suficiente. Y es que sigo descubriendo “garitos” chulos (sí, llenos de gente, arg!) y algún rincón que todavía no conocía. Últimamente he visitado Madrid varias veces. Para ver exposiciones, para ver a gente, para acompañar a gente… Y la verdad es que el gran descubrimiento ha sido Lavapiés.
Si buscas en Google hay opiniones varias. Gente que dice que es magnífico, y gente que dice que si te sales de las dos calles principales es peligroso. Pues bien, con esos antecedentes me iba a sentir como en casa, no podía ser muy diferente a la Madalena o a mi San Pablo. Pues bien, sí, lo es. Como casi todo en Madrid las cosas se llevan un poco a los extremos (gente, tamaño, comercios) pero también la sensación de estar en un sitio donde todo vale.
Pero al final todo son experiencias. Charlas de astronomía, azoteas, platos de pasta, música, comida sin fin, lluvia, calor, programar, platos salados, hoteles equivocados. La verdad es que en las visitas a Madrid he programado un montón, se juntó con una época en la que había que darle duro a la tecla… y después ya seguí con la inercia haciendo tonterías.
Cada día me siento más cómodo en Madrid. Me agobia tanta gente. Pero tiene algún rincón con aires de grandeza. Y lugares inesperados que se convierten en el mejor lugar en el mejor momento. Siempre he echado un poco de menos acordarme de los sitios a donde voy con gente (que me dejo llevar y no recuerdo dónde están), pero la gracia es que al final todo sorprende :-)